El acero inoxidable es uno de los materiales más valorados en entornos industriales por su resistencia a la corrosión, su comportamiento frente a ambientes agresivos y su durabilidad estructural. Esta aleación, compuesta principalmente por hierro, cromo (al menos un 10%) y en sus diferentes versiones con adición de  níquel, molibdeno o niobio y otros aleantes, ofrece un rendimiento confiable en sectores que demandan eficiencia operativa y seguridad a largo plazo.

Sin embargo, no todos los aceros inoxidables son iguales. Existen distintos grupos y grados que varían en composición química, estructura metalúrgica y propiedades mecánicas. Elegir el tipo adecuado no es solo una cuestión de especificación técnica, sino una decisión que puede optimizar procesos, reducir costos de mantenimiento y aumentar la vida útil de los equipos.

Clasificación técnica de los aceros inoxidables

Los aceros inoxidables se agrupan según su estructura cristalina, lo cual determina tanto su comportamiento físico como su aplicabilidad industrial, siendo según su estructura comerciales:

• Austeníticos (Serie 300)
  Aleaciones con cromo y níquel. Presentan excelente resistencia a la corrosión, alta ductilidad, buena soldabilidad y son no magnéticos. Se utilizan ampliamente en la industria alimenticia, farmacéutica, médica y en la fabricación de equipos de procesamiento.
• Ferríticos (Serie 400)
  Contienen un alto contenido de cromo y no contienen níquel. Son magnéticos, más económicos y con buena resistencia a la oxidación. Suelen aplicarse en arquitectura, automoción y electrodomésticos.
• Martensíticos (Serie 400)
  Aleaciones con cromo y mayor contenido de carbono. Son endurecibles mediante tratamiento térmico y destacan por su dureza y resistencia al desgaste. Se emplean en piezas mecánicas, válvulas y cuchillería industrial.